Holly puso su mano en la barriga hinchada de Sharon y notó la
patadita. Los ojos se le llenaron de lágrimas.
-Oh, Sharon, si cada minuto de mi vida estuviera lleno de momentos perfectos como éste, nunca más volvería a quejarme.
-Pero, Holly, nadie tiene la vida llena de momentos perfectos.Y
si fuera así, dejarían de ser perfectos. Serían normales. ¿Cómo conocerías la felicidad si nunca experimentaras bajones?